Santiago: Fantasía pétrea
Siete son las colinas principales de Compostela, como Jerusalén, Roma o cualquier ciudad santa que se precie. Desde lo alto podemos ver que en el centro, sobre el Monte Lidredom, cual lomo de un enorme animal dormido, se extiende desparramándose de forma irregular como un manto de edificaciones de granito, sobre la que destacan las altivas torres de su catedral, como si fuera un sempiterno guardián. Podemos comprender, con la boca abierta la fascinación despertada por la ciudad del Apóstol, en los millones de peregrinos que forjaron su fama desde la Edad Media, convirtiendo el Camino, no solo en la vía más transitada desde el medievo, sino vertebrador de la cultura Europea.