Estadio del Real Club Celta de Vigo

 

VIGO

 

Balaídos: De la reforma para el Mundial 82 a la de 2014

 

En septiembre comenzarán las obras de reforma de la Grada de Río del estadio de Balaídos. La construcción de la misma con motivo de la celebración del Mundial de fútbol celebrado en España en 1982 supuso un cambio clave para el estadio vigués. En el siguiente artículo se profundiza en los pormenores de su construcción, una historia compleja y para muchos desconocidos. El próximo mes se inicia el capítulo de su remodelación por parte del Concello de Vigo. 

 

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 Balaídos inicia un proceso para la reforma integral.Balaídos inicia un proceso para la reforma integral.

 

MIGUEL FONT ROSELL 17/08/2014 08:40 h. - ATLANTICO - 17.08.2014 

 

Recién proclamada la Constitución, a España se le concede la organización de los mundiales de fútbol a celebrar en 1982. En 1978 y con anterioridad a las primeras elecciones municipales celebradas el 3 de abril de siguiente año, la Corporación viguesa presidida por Joaquín García Picher y por iniciativa del concejal de deportes Antonio Nieto Figueroa “Leri”, solicitan con éxito al Comité, el que Vigo, concretamente el estadio de Balaídos, sea una de las sedes de la fase inicial del Mundial. La decisión comportaba el presentar al Comité una propuesta que se ajustara a las determinaciones necesarias para cumplir con todos los requisitos establecidos al efecto, sometiéndose para ello a un presupuesto que no superara la cantidad asignada para cada sede. 
Las condiciones eran las siguientes: Por parte del Comité, el conseguir un estadio con una capacidad superior a los 25.000 espectadores, lo que implicaba la demolición de la antigua Grada de Río y la construcción de una nueva, una iluminación que cumpliese con un grado de luminosidad establecida, un espacio importante destinado a sala de prensa, unos vestuarios de una superficie y condiciones tasadas y, por cuestiones de seguridad, la construcción de un foso de unos 3 metros de ancho y otros tantos de altura con agua en su interior alrededor del propio terreno de juego. Por parte del propio ayuntamiento, se gestionó la posibilidad de que en ello se incluyese la canalización del rio Lagares, que pasaba entonces por detrás de la Grada de Río y causaba inundaciones en Balaídos con cierta regularidad.
Evidentemente, la propuesta tenía que salir del propio ayuntamiento, elaborada por tanto por los propios técnicos municipales. A esos efectos, el equipo designado para ello estaba compuesto por el arquitecto municipal, Enrique Acuña Fernández y por los aparejadores municipales Paulino Pampillón Pérez y Miguel Font Rosell, a quienes se les pidió además, que en la propuesta figurase, bajo la nueva Grada de Río, las instalaciones deportivas complementarias que pudieran allí ubicarse, todo ello sin sobrepasar el presupuesto asignado de 465 millones de pesetas (cerca de 3 millones de euros, sin actualizar).
Elaborada la propuesta, el Comité dio el visto bueno a la misma y se adjudicó a Vigo la sede solicitada, fijando los necesarios plazos para la correspondiente elaboración del proyecto, adjudicación de la obra, puesta en obra final y fecha de entrega.
A partir de ahí y una vez celebradas las primeras elecciones municipales de la “democracia”, y sucediendo en Vigo lo que ya había de ser una constante desde entonces en la ciudad, pues el ganador fue, con amplia diferencia, pero sin conseguir la mayoría absoluta por los pelos, D. Víctor Moro, representante de la UCD, se hace con la alcaldía uno de los perdedores en las elecciones, D. Manuel Soto Ferreiro, del PSOE, al aliarse el resto en contra del ganador, pasándose la voluntad popular por allí.

 

SOTO Y EL PROYECTO
El primer compromiso con el que se encuentra Soto al llegar a la alcaldía, es el de dar continuidad a la designación de Vigo como sede del mundial a celebrar en 1982, siendo su primera decisión la de encargar el proyecto al arquitecto socialista José Bar Boo con quien, al parecer, ya existía un compromiso previo, arquitecto que cifraba en algo mas de 19 millones de pesetas sus honorarios correspondientes.
Desde el Comité del Mundial, que dirigía el arquitecto Estanislao de la Quadra-Salcedo, se le hizo ver la imposibilidad de tal decisión, con dos argumentos de suficiente peso, como era el que en la propuesta aprobada aunque figuraban honorarios, al ser el proyecto desarrollado por los funcionarios municipales, quienes cifraban en unos 3 millones de pesetas los gastos que la redacción del proyecto y su dirección les comportaban,  con el ahorro consiguiente podían llevarse a cabo obras adicionales que el propio ayuntamiento había solicitado, como el asumir parte de la canalización del rio, etc. Por si ello no fuera suficiente, había otra cuestión de plazos, ya que de asignar el proyecto a alguien, ello solo podía hacerse por medio de un concurso público al efecto (estábamos ya en democracia aunque a algunos demócratas de nuevo cuño eso les pareciera latín), lo que, a esas alturas, imposibilitaba el cumplimiento estricto de los plazos. Para quien llegaba a la alcaldía pensando que la alianza entre perdedores (primera burla a la democracia) le facilitaba el actuar dictatorialmente para todo aquello que se le ocurriese, el descubrir que no solo no era así, sino que había que respetar los acuerdos, los plazos, la igualdad de oportunidades en un concurso y el que ello fuera consecuencia además de acortar presupuesto en aras de conseguir mejoras para la ciudad, le produjo un supino cabreo y una sensación de frustración, que ya no consiguió sacarse de encima hasta el día de la inauguración del torneo.
La primera decisión de aquel okupa de la primera alcaldía “democrática” viguesa, en uno de sus primeros actos de pataleta infantil, fue el negar los pagos de esos 3 millones conforme se fueran produciendo, hasta que el Comité los habilitase una vez concluidas las obras, con lo cual los pagos a delineantes, calculistas, material, horas extras de los técnicos, etc. no tenían cobertura, salvo que, y ahí viene lo insólito, la Caja de Ahorros Municipal de Vigo, habilitase un crédito personal ¡!!a los técnicos municipales!!!, con el aval personal ¡!!de los portavoces de los distintos partidos!!!, excluido el alcalde, por valor de 3 millones con sus correspondientes intereses, a devolver una vez el Comité habilitase tal cifra.
El cachondeo fue mundial, la decisión con su choteo correspondiente fue publicada incluso en el diario ABC. De tal forma, la Caja habilitó el consiguiente crédito, no al ayuntamiento, sino personalmente a sus técnicos, quienes decidieron pasar por el aro, ya que de no hacerlo el proyecto se paralizaría y se pondría en cuestión la sede, los plazos, el presupuesto y en general todo por lo que se había luchado y trabajado hasta entonces. Así las cosas, no solo había que responsabilizarse de hacer correctamente el proyecto, cuidar los plazos y que no hubiera desvíos en los presupuestos, sino también el actuar como tesoreros y administradores de los pagos a llevar a cabo para la consecución del proyecto, liquidar con el Comité organizador y finalmente devolver el crédito a la Caja.

 

DETALLES
Tras una invitación por parte del Comité organizador de visitar los principales estadios españoles y conocer sus necesidades y proyectos, finalmente, el proyecto presentado y aprobado se componía de lo siguiente: 
- Demolición de la existente grada de Río.
- Canalización del río en función de las máximas avenidas registradas, lo que suponía una profundidad de cajón de unos 4,5 metros y un ámbito de caja de 13,50 metros, todo ello en cerca de 200 metros de longitud. Este proyecto tuvo que ser firmado por un ingeniero de caminos, de la administración, famoso por su absoluta incapacidad, muy vinculado a un partido político, que no solo nada tuvo que ver con el proyecto, sino que incluso proporcionó datos falsos al equipo, quien hubo de rectificar ciertos cálculos por ello, limitando su actuación a mostrar insistentemente su presencia cada vez que el Comité anunciaba su visita, en unas actitudes de protagonismo y desconocimiento de todo, productoras de tal vergüenza ajena, que hubo que llamarle la atención para que no volviera a presentarse, ni a dar cuenta de nada. 
- Construcción de una nueva Grada de Río, de doble tablero, con capacidad para cerca de 15.000 espectadores. La grada no solo contenía su ubicación frontal, sino dos semicírculos en los extremos rematados en amplias salidas en escalas exteriores, que con el acceso central proporcionaban una evacuación rápida del estadio. En ella se incluían los siguientes servicios: Un ascensor de acceso a las plantas superiores para minusválidos y autoridades, cafeterías y servicios, mientras que en los bajos de las gradas y sobre la canalización del río se construyeron dos pabellones polideportivos de 20 x 40 cada uno, con sus correspondientes gradas para espectadores, una pista de atletismo de 120 metros y cuatro calles, 6 canchas de squash, 4 de badminton, todo ello con sus correspondientes vestuarios y servicios.
- Una edificación exterior en la propia plaza (llamada popularmente el ovni) frente al estadio, elevada sobre pilares, que habría de contener todas las instalaciones de prensa que cubrirían el mundial conectada por una pasarela con la tribuna.
- Construcción de la iluminación del estadio con dos torres situadas en los laterales de la tribuna y una línea de iluminación sobre la cubierta de la nueva grada
- Instalación de un marcador electrónico de gran tamaño.
- Reparación e impermeabilización de las gradas de tribuna, gol y marcador existentes.
- Dotación de un nuevo césped con su correspondiente infraestructura de drenaje.
- Construcción de un foso de seguridad de 3 x 3 en todo el perímetro del campo.

 

CONSTRUCCIÓN
Tras el correspondiente concurso, la obra fue adjudicada finalmente a la constructora Hispano Alemana de Construcciones, del grupo Rumasa, quien nombró director y responsable de la construcción a su arquitecto técnico Juan Pita da Veiga, haciéndose Philips cargo de la iluminación y de su correspondiente proyecto, desarrollado en Holanda, corriendo a cargo de Serafín Ocaña Eiroa y Bernardo Giráldez Saborido el cálculo de las estructuras.
Comenzadas las obras, el Comité desechó la construcción del edificio de prensa fuera del estadio, lo que comportó una reforma del proyecto consistente en habilitación de los vestuarios del Celta para la sala de prensa, creación de los vestuarios de los equipos del mundial bajo uno de los laterales de la Grada de Río, a la vez que garaje para los autobuses de los equipos y coches de árbitros, pasarela de comunicación entre ambos bajo el campo con salida al posterior a una de las porterías, para los equipos y para árbitros a los efectos de dar mayor seguridad a la competición. A ello se unió la adecuación del campo de fútbol de las pistas de atletismo contiguas al estadio para entrenamiento de los equipos participantes, todo ello sin modificar el presupuesto y en sustitución del edificio finalmente rechazado.
A punto de terminar las obras, el alcalde impuso la contratación a dedo (sin acuerdo plenario, concurso, presupuesto, ni nada) de un monumento exterior al estadio (aros olímpicos rotos), hoy suprimidos por el actual okupa de la alcaldía viguesa, de manera que su importe hubo de ser absorbido por el presupuesto, lo que obligó a otra reforma del proyecto, que consistió en cambiar la cubierta de la Grada de Río, y en lugar de hacerla de hormigón (mayor vida, garantía y menores cuidados), terminar haciéndola a base de una estructura metálica celular, con también cubierta metálica, todo ello de menores garantías, sobre todo si no se conserva, como el tiempo ha demostrado.
Para la entrega de las obras y tras un examen exhaustivo por parte del Comité Técnico organizador, se comprobó que todo estaba en regla, que se habían cumplido las especificaciones señaladas y que la obra se había ajustado estrictamente al presupuesto establecido, algo absolutamente insólito en el ayuntamiento de Vigo, casi un precedente en la España “democrática” en ciernes y un sueño en la España actual, en la que prácticamente ninguna obra pública se controla exhaustivamente, de manera que no existe ni una sola conocida, que haya respetado su presupuesto de asignación, véase como ejemplo vigués el auditorio, al que el actual okupa de la alcaldía mutiló hasta hacerlo inservible para la mayor parte de las actividades previstas y dejarlo finalmente en la mas absoluta ruina, eso si, echando como siempre la culpa a los demás.

 

CONSERVACIÓN
Entregada la obra, los técnicos presentaron por el Registro municipal, un informe sobre las necesidades de conservación que requería el estadio para su correcto estado, a lo largo de los futuros años.
También entregada la obra, el Comité organizador pagó los 19 millones presupuestados como honorarios del proyecto, de los que 3 le fueron devueltos a la Caja de Ahorros y los otros 16 se supone que ingresados en la cuenta municipal, liberando la Caja a los técnicos de sus obligaciones y a los portavoces de los partidos de sus avales, sin que finalmente nadie haya dado explicaciones del destino de los otros 16 millones, pues la canalización del rio fue llevada a cabo en su totalidad con cargo al presupuesto del mundial.
Finalmente y de cara a la celebración de los partidos, la alcaldía no tuvo ni siquiera la consideración, no ya de agradecimiento con sus técnicos, sino siquiera de ofrecerles ni una sola invitación para presenciar los partidos (se le repartieron invitaciones a todo el mundo), debiendo estos contentarse con las ofrecidas por la empresa Hispano Alemana, deferencia de su delegado en Vigo, Juan Pita da Veiga.

 

CHAPUZA
Pasados unos meses, el Celta, sin encomendarse a nadie y con la excusa de que los aficionados pasaban frio en la nueva grada, acometió la chapuza de cerrar con planchas de fibrocemento la parte posterior de la grada, el ayuntamiento convirtió las canchas de badminton, que tenían un grado muy considerable de ocupación, en un cuartel de bomberos, el ascensor para minusválidos se suprimió, los trabajos de mantenimiento no llegaron a llevarse a cabo nunca, desapareciendo incluso, sin dejar rastro, el informe de los técnicos aconsejando los trabajos periódicos de mantenimiento y reparación del estadio.
Esta es la historia real, muy resumida, de la realidad del estadio de Balaídos desde el advenimiento de esta democracia tan singular que vivimos en nuestra ciudad y con nuestro querido Celtiña. 
Es lo que hay.   

 

 

 

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