“Preferí cerrar que bajar calidad"
Con la llegada de la cuesta de enero el goteo de cierres en los pequeños establecimientos se hace cada vez más patente. El sector teme que las próximas semanas serán demoledoras para el comercio local.
Brais Iglesias – LA REGION - 05/01/2019 07:30 h.
El paseo por el centro de la ciudad se hace cada vez más demoledor a la vista. El comercio local baja persianas a un ritmo acelerado. Desde la Praza Maior hasta el Paseo, la calle Lamas Carvajal empieza a ser un solar. El mes pasado echó el cierre la tienda Bode Factory tras haber liquidado su producción. A su lado, otro bajo vacío y en la misma calle una joyería que bajó la persiana. En la calle, la actividad está en nivel bajo. La entrada en el Paseo tampoco es mucho más agradable. Incluso en la principal vía comercial de Ourense hay bajos vacíos. Tres en el primer tramo, hasta el cruce con Cardenal Quiroga.
En esta última, hasta cuatro locales sin ocupar se contabilizan a primera vista. La cuesta de enero promete ser más dura que nunca. A principios de diciembre advertían de que la campaña de Navidad podría ser la última para muchos, y se empieza a hacer realidad. La llegada a la rúa Santo Domingo lo confirma. El Coach, histórico establecimiento –más de 20 años en la esquina con la rúa Concordia– del Casco Histórico, también ha dicho basta. "Non chega nin para pagar o aluguer, os prezos están case a nivel de Madrid. Así non merece a pena seguir", señala el encargado, Daniel Muñoz.
Los hábitos han cambiado y ni la Navidad los salvó. "Esperamos ao Nadal para decidilo, pero a situación xa viña meditada de antes", aclara Muñoz. "Antes gastábase moito en roupa, a xente compra por internet, é imposible", lamenta. Ahora, en plena liquidación, ofrecen descuentos del 60%.
Poco más adelante, la tienda David ha entrado en liquidación y al poco de girar esta vía, en plena rúa Bedoya, también el histórico Pablo Enrique anuncia el cierre. La imagen es dramática y no solo afecta a tiendas de ropa. También en Bedoya, tras casi 20 años, cerró Look Peluquerías a las puertas de la Navidad. "Prefería cerrar que tener que bajar la calidad de los productos. No daba para más. Lo cerré con mucho dolor. Llegamos a ser siete y ahora solo éramos tres...", dice con nostalgia una de las dueñas, Julia Fernández. "Estaba harta, no se podía trabajar para tantos gastos. Lo sentí mucho por la gente que tenía de tantos años, había que trabajar a destajo, y solo para gastos, sobre todo alquiler e impuestos". n