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Por las legendarias riberas de Amandi.

Las tierras que dan nombre a la célebre feria vinícola de Sober se distinguen por su espectacular riqueza paisajística.

Por las legendarias riberas de Amandi

Las tierras que dan nombre a la célebre feria vinícola de Sober se distinguen por su espectacular riqueza paisajística

CARLOS RUEDA  - carlos rueda francisco albo
monforte / la voz 06/04/2019 15:57 h

La localidad de Amandi da su nombre a la feria vinícola más antigua de la Ribeira Sacra -la próxima edición se celebrará en Sober entre los días 13 y 14- y goza de amplia fama en toda Galicia. Pero esta parte del cañón del Sil, además de su tradición vitícola, se caracteriza por una espectacularidad paisajística y un patrimonio histórico que son menos conocidos. Un recorrido de unos diez kilómetros por las riberas de las parroquias de Amandi, Lobios y Pinol -pertenecientes a la subzona de Amandi- permite hacerse una idea global de todos estos atractivos.

El trayecto comienza en el pueblo de Amandi, donde están la bodega Rectoral de Amandi y la iglesia de Santa María, que conserva algún resto románico y que según un documento del año 842, fue levantada sobre las ruinas de un monasterio. El lugar fue conocido en tiempos por A Tenencia y la tradición dice que aquí se cobraban los tributos.

Desde este lugar hay que dirigirse al mirador de Os Chelos -a 1,2 kilómetros- donde se contempla una bella panorámica de las riberas del Sil. El recorrido sigue después hacia O Lameiro, pero antes es aconsejable hacer una parada en As Forcadas, a unos cien metros. En este lugar se halla la Casa das Forcadas, una antigua residencia de monjas que era muy conocida por su bodega. Por aquí pasaba una calzada romana que formaba parte de una vía secundaria procedente de Castro Caldelas que enlazaba con la Vía Nova de Braga y Astorga. El tramo que se conserva, de un kilómetro, pasa por O Lameiro y A Barca de Gudín.

Paso de barcas

Tras visitar As Forcadas es preciso retroceder unos cien metros para seguir hacia O Lameiro, situado a unos setecientos metros. Cerca de este lugar estaba la aldea de A Barca de Gudín, hoy bajo las aguas del embalse de Santo Estevo, donde hubo una embarcación que llevaba personas y animales a la orilla opuesta.

Ahora hay que volver al mirador y circular hacia Amandi unos cien metros más. Después es preciso torcer a la izquierda por una pista de tierra para recorrer las riberas de Lobios y Chanteiro. En esta zona de fuertes pendientes el viñedo ocupa la mayor parte del terreno. Son dos kilómetros de recorrido hasta llegar al Souto de Chanteiro, una pequeña loma cubierta de castaños y madroños.

En la cima de la loma se asientan varias construcciones, la mayoría en ruinas, que supuestamente formaban el antiguo pueblo de Chanteiro. En su entorno aparecieron restos de molinos mano, pizarra, cerámica y restos de tégulas o tejas romanas. Estos restos arqueológicos hacen suponer que en el lugar se asentó una villa o residencia rural romana.

A continuación, salimos a la carretera que va de Sampil a Portabrosmos. Hay que girar a la izquierda hacia este último núcleo, situado a poco menos de un kilómetro. A la altura de la capilla de Portabrosmos, hoy en ruinas, hay una bifurcación y dos opciones para seguir la ruta. La pista de la derecha lleva al actual embarcadero y al lugar de San Cosmede. A unos cien metros hay otra bifurcación. El vial de la izquierda lleva al embarcadero pasando por la Pena do Tesouro y el de la derecha a San Cosmede, situado a unos trescientos metros. San Cosmede es una zona de viñedos que se halla al pie de O Castriño, un asentamiento castreño. Aquí se levanta un antiguo edificio de considerables dimensiones utilizado para guardar herramientas y aperos. Antaño, el edificio fue una especie de granja y al parecer perteneció a las monjas del desaparecido monasterio de Lobios

La otra opción es torcer a la izquierda y atravesar la aldea de Portabrosmos para continuar por una pista de tierra que corre paralela al Sil. A unos trescientos metros, en la zona de Augaquente y a la derecha de la pista, hay una roca de granito ahuecada a mano y transformada en depósito para el sulfato. Unos metros más adelante hay un viejo refugio construido con bloques de piedra y utilizado para guardar aperos y guarecerse de la lluvia.

El lugar de Portabrosmos fue un paso de barcas entre las riberas lucense y ourensana del Sil, antes de que se construyese el embalse de Santo Estevo. Después el vial empieza a tomar altura y acaba en el lugar de Souto de Chanteiro, empatando finalmente con la pista principal.

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