
Eugenio Carré Aldao, hacia finales de la década de 1920, fue uno de los primeros en hacer alusión al nombre de «costa de la Muerte», que, según afirma, procede de una antigua leyenda documentada a mediados del siglo XVI, dramatizando todo lo comprendido geográficamente a la derecha de Finisterre, por su falta de constancia de navegabilidad.