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El Seminario de Belvís ya es patrimonio cultural de Galicia.

Protege la Xunta un edificio representativo de la arquitectura autárquica santiaguesa // Fue promovido por el cardenal Quiroga Palacios, quien pagó de su propio bolsillo parte de la obra, para acoger a los aspirantes a sacerdote más jóvenes.

El Seminario de Belvís ya es patrimonio cultural de Galicia.

Protege la Xunta un edificio representativo de la arquitectura autárquica santiaguesa // Fue promovido por el cardenal Quiroga Palacios, quien pagó de su propio bolsillo parte de la obra, para acoger a los aspirantes a sacerdote más jóvenes.


 

FOTO: ECG - ARTURO REBOYRAS

A pesar de tratarse de uno de los edificios más grandes de España, con el Palacio Real de Oriente o El Escorial, el Monasterio de San Martín Pinario se quedó pequeño para cobijar a todos los seminaristas que tenía la Archidiócesis de Santiago en la primera mitad del siglo XX. Se contaban por cientos los aspirantes a recibir las sagradas órdenes y por eso se decidió habilitar de manera provisional el antiguo hospital de San Roque para acoger a los denominados seminaristas menores. Pero al cardenal Fernando Quiroga Palacios, arzobispo de Santiago entre 1949 y 1971, no le gustaban las condiciones en las que se encontraban los muchachos en estas instalaciones y por eso en 1951 decidió reunir a los arciprestes de la Diócesis para construir un gran complejo que albergara el Seminario Menor, al que denominarían de la Asunción.

Debía estar localizado muy próximo a los restos del Apóstol y, por otra parte, situado en un lugar despejado, amplio, soleado y lleno de luz. Después de sopesar todas las posibilidades, apareció como emplazamiento ideal el altozano de Belvís: al norte, el santuario de la Virgen del Portal y el convento de las Dominicas; al sur, la Colegiata de Santa María la Real de Sar; al oeste, una magnífica vista de la ciudad; y al naciente, el valle por el que discurre el río Sar. El presupuesto superaba los 20 millones de pesetas de la época y, aunque el Gobierno franquista estaba dispuesto a colaborar, hacían falta muchos más fondos.

La Diócesis no los tenía, pero el cardenal estaba empeñado en el proyecto, que encargó al arquitecto José María de la Vega Samper. Así que el prelado donó los dineros que había recibido como obsequio por su elevación al grado de cardenal; y también puso en marcha una campaña de recaudación por todo el territorio diocesano. El Seminario de Belvís se construyó con las aportaciones de sacerdotes, religiosos y religiosas, hermandades, cofradías, hombres de empresa... En definitiva, de todos los fieles cristianos. Tal y como se recoge en la página web del centro, el nuevo edificio fue inaugurado y bendecido por el nuncio del papa en España, monseñor Antoniutti, el dos de octubre de 1957.

Sesenta y tres años después, la Xunta de Galicia acaba de incluir en el catálogo del patrimonio cultural de Galicia el edificio del Seminario Menor. Justifica esta decisión señalando que "se trata de una edificación con notable valor, que representa un papel relevante en la imagen de la ciudad histórica, tanto por su posición y su rotundo volumen y formas, como por los aspectos relacionados con su historia y usos". Indica la administración autonómica que "es un ejemplo notable y un testimonio representativo de la arquitectura de la época de la autarquía en Santiago" y que con esta catalogación "se considerará objeto de protección el edificio y el muro de cierre, quedando excluidos los espacios exteriores de la parcela".

Con una superficie de cerca de 6.000 m2 en cinco pisos y construidos siguiendo una unidad de diseño formal, su estructura está compuesta por un cuerpo longitudinal y cuatro transversales entre los que se dispone un volumen de menor altura que forma dos claustros a cada lado de la capilla.

Dentro de la estructura del edificio destaca la composición de los imafrontes, que fueron construidos de manera académica y formalista. Queda patente el origen clásico y el marcado ritmo vertical y horizontal. No aparecen en la planta inferior huecos simples, ni cornisas ni salientes. Además, las ventanas están agrupadas en tres marcando un ritmo horizontal que se mantendrá en todo el plano del imafronte vertical y en todo el edificio. Entre los escasos elementos artísticos u ornamentales cabe destacar la imagen de la Virgen en la torre sur, obra del escultor Asorey; un crucero situado también hacia el sur y los escudos de la fachada, obra de Eduardo Parrado, discípulo de Asorey.

Actualmente, el edificio tiene uso docente, religioso, residencial comunitario, asistencial, socio-cultural y de albergue de peregrinos. El régimen de protección después de la inclusión de este inmueble en el catálogo será lo que garantice la conservación de sus valores artísticos, históricos y arquitectónicos. Desde ahora habrá que comunicar a la Dirección General de Patrimonio Cultural cualquier daño o perjuicio que sufra el edificio y también se debe permitir el acceso a los inspectores de Patrimonio.

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