La Ribeira Sacra, a la espera de lucir sus múltiples valores ante la Unesco.
El territorio sigue recuperando su legado histórico mientras se tramita su candidatura a patrimonio mundial
francisco albo LA VOZ - monforte / la voz 09/02/2020 05:00 h
Dentro de un año, en el primer semestre del 2021, está previsto que la Unesco se pronuncie sobre la candidatura de la Ribeira Sacra a patrimonio de la humanidad. Los veintidós municipios que conforman este territorio repartido entre las provincias de Lugo y Ourense confían en lograr ese objetivo gracias a un patrimonio cultural, natural y paisajístico de excepcional valor que aún está lejos de ser conocido de forma exhaustiva y que continuará siendo investigado y recuperado durante los próximos meses.
Una de las principales bazas de la candidatura se asienta en el paisaje formado por las incontables terrazas vitícolas que se extienden por las márgenes escarpadas del Sil y el Miño. La tradición popular atribuye a los romanos el origen de esta forma de viticultura, pero aunque en el territorio no faltan muestras de una intensa romanización —como el túnel minero de Montefurado, en Quiroga—, su antigüedad real todavía se desconoce. Un proyecto arqueológico que se desarrolla en el municipio de A Pobra do Brollón pretende despejar este año la incógnita mediante una datación por carbono 14 en la que por primera vez se intentará poner una fecha de origen a estas estructuras.
La que está clara es la relación de la viticultura con los numerosos monasterios que existieron la Ribeira Sacra desde los inicios de la Edad Media. El de San Pedro de Rocas, en Esgos, ya existía en el siglo VI y se cuenta entre los más antiguos de Europa.
Patrimonio románico
Solo uno de ellos —el de las Bernardas de Pantón— sigue hoy habitado por una comunidad religiosa. Los de Santo Estevo de Ribas de Sil, en Nogueira de Ramuín, y San Vicente do Pino, en Monforte, sirven ahora como paradores. Pero aquellas comunidades monásticas desaparecidas dejaron como herencia una de las mayores concentraciones de arte románico del continente. En el territorio hay más de un centenar de iglesias levantadas en esa época por los monjes que ahora son uno de sus mayores atractivos turísticos. Algunas de ellas —como la de Santo Estevo de Ribas de Miño, en O Saviñao— muestran unas dimensiones monumentales poco acordes con una pequeña población rural, lo que los historiadores atribuyen a la riqueza generada por la viticultura en la Edad Media.
Muchas de estas iglesias están decoradas con impresionantes conjuntos de pinturas murales de estilo renacentista —realizados en su mayor parte a mediados del siglo XVI—, lo que indica que la pujanza económica de los viñedos mantuvo su fuerza después del período medieval. El más destacado de estos conjuntos pictóricos está en la iglesia de Nogueira de Miño, en Chantada, y su restauración terminó en el 2017. En la actualidad se están rehabilitando otros murales renacentistas en las iglesias de Pinol —en Sober— y San Vicente do Pino.
A la larga tradición de viticultura, además de las viñas aterrazadas del Sil y el Miño, se debe también el que muchos consideran como el conjunto de arquitectura vitícola más importante de Galicia. Son las bodegas de Vilachá de Salvadur —en A Pobra do Brollón—, cerca de cuarenta antiguas construcciones que fueron restauradas hace años en su totalidad. Los arqueólogos tratan ahora de averiguar en qué época fueron construidas.
Monumentos de muchas épocas en un paisaje singular
Además del patrimonio románico, la Ribeira Sacra cuenta con otros monumentos de diferente carácter y de épocas muy distintas, las más antiguas de las cuales se remontan a los tiempos prehistóricos. En algunos municipios, especialmente el de Sober, existen importantes conjuntos de petroglifos. En Portomarín, O Saviñao y A Pobra do Brollón hay castros excavados y abiertos a los visitantes. Los municipios de Quiroga y Ribas de Sil —que también forman parte del geoparque Montañas do Courel— albergan numerosos rastros materiales de la minería romana del oro. El segundo de ellos le dedicará a este patrimonio un museo que se está construyendo en la actualidad.
Por otro lado, Monforte, Castro Caldelas y A Peroxa poseen fortalezas de origen medieval. En el territorio hay además un buen número de casas señoriales y pazos. El de Tor, en Monforte —uno de los mejor conservados de Galicia— es hoy un museo gestionado por la Diputación lucense.
El pasado diciembre, la Xunta aprobó la declaración como bien de interés cultural de un territorio de 180 kilómetros cuadrados en el que se concentra la parte más significativa del legado cultural de la Ribeira Sacra y en el que se catalogaron más de 1.800 construcciones consideradas de especial valor. Es el primer paisaje cultural de Galicia dotado de esta figura de protección. Con anterioridad, en el 2016, el Gobierno gallego declaró los tramos del Miño y el Sil que discurren por este territorio como áreas de especial interés paisajístico. Actualmente se tramita la fusión de estas dos zonas en una sola.
Por el territorio de la Ribeira Sacra, asimismo, discurren dos rutas jacobeas diferentes Por su parte norte —que abarca los municipios de Paradela y Portomarín— pasa el Camino Francés. La parte sur de la provincia lucense está atravesada por el Camino de Invierno.