José Francisco Viñas: «Nunca vira unha cousa tan grande»
Natural de Mondoñedo, Viñas trabajó en las obras de construcción del mayor embalse hidroeléctrico del Miño durante los dos años previos a su inauguración por Franco
francisco albo
monforte / la voz 29/08/2018 12:29 h
El próximo 10 de septiembre se cumplirá el 55 aniversario de la inauguración de la presa hidroeléctrica de Belesar, un acto presidido por el propio Francisco Franco al que asistieron las máximas autoridades de la dictadura. José Francisco Viñas Gómez, natural de Mondoñedo y vecino de Chantada, no estuvo en primera fila en aquella celebración, pero la recuerda muy bien, ya que fue uno de los numerosos trabajadores que participaron en la construcción del gran embalse. «En total eramos sobre 3.000, pero nalgún momento penso que chegamos a ser preto de 3.500», explica.
Viñas tenía 18 años cuando llegó a Chantada en 1961 y fue contratado por la empresa Dragados y Construcciones para trabajar en las obras del embalse. Comenzó como peón de obra, pero al cabo de nueve meses pasó a trabajar en el montaje de maquinaria, a las órdenes de los técnicos de una firma británica que proporcionaba material para la presa. Tenía cierta experiencia, ya que en Mondoñedo había trabajado en un taller mecánico. «Estiven dous anos cos ingleses e leveime moi ben con eles», recuerda.
Cuando empezó a trabajar en las obras -añade- «aínda non había ningún cemento botado na presa». Más adelante quedaría impresionado al ver las enormes dimensiones que adquiría el muro. «Nunca vira unha cousa tan grande na miña vida», explica. Mientras participó en las obras, como muchos otros trabajadores, Viñas vivió en uno de los barracones habilitados para alojar a los obreros, donde reinaba una estricta disciplina. «Eran unhas naves con cincuenta liteiras de dúas camas cada unha, e estaban vixiadas por un garda, o barraconero, que se encargaba de que houbese silencio polas noites e de que non se roubase», señala.
Viñas no recuerda haber tenido problemas mientras estuvo en las obras aunque, asegura, «había de todo» entre los trabajadores. «Tiña un irmán máis vello que tamén traballaba alí e que me botaba unha man, e aínda que eramos moi novos non nos metiamos en leas, non bebiamos e nin sequera fumabamos», apunta. Por eso no se dejaban ver por San Fiz, la localidad más cercana a la presa, donde había bares en los que no eran raras las borracheras y las trifulcas. Aunque la Guardia Civil tenía un cuartelillo dentro de la zona de obras, indica Viñas, él no tuvo la impresión de que hubiese una vigilancia opresiva. Los vehículos que transportaban los explosivos iban escoltados, como el administrador que traía las pagas. «Pero a cousa non pasaba de aí», agrega.
Banquete para autoridades
Del día de la inauguración de la presa, Viñas recuerda que se ofreció un banquete a las autoridades en una residencia de Fenosa situada por debajo del lugar donde estaban los barracones de los obreros. Él no llegó a ver a Franco ese día, «porque non era nada fácil achegarse a el», pero sí lo hizo un compañero suyo que estuvo junto al dictador cuando este pulsó un botón que puso en marcha la maquinaria de la presa.
Después de que terminase la construcción del embalse, José Francisco Viñas dejó de trabajar para Dragados y se incorporó a Fenosa, con la que siguió trabajando hasta su jubilación, en el 2003. De ahí en adelante, su labor consistió en la reparación de averías y el mantenimiento de diversas centrales hidroeléctricas, principalmente en Galicia. La experiencia adquirida en el montaje de maquinaria mientras trabajó en las obras de Belesar le fue muy útil en lo sucesivo. Durante dieciocho años vivió en el poblado construido por Fenosa para el personal de la presa. «Pero despois marchei para Chantada, porque con catro fillos aquela casa quedouse pequena», comenta.