Desmantelamiento industrial: Galicia, tenemos un problema
El sistema productivo gallego se debilita tras décadas de cierres. Sin alternativas claras para renovar el tejido industrial, la competitividad para captar inversiones cae a mínimos históricos
M. Sío Dopeso
Redacción / La Voz 31/03/2019 20:56 h
La industria es un ente vivo, que se mueve por un gran interés llamado costes de producción. Por eso no acostumbra a echar raíces. Su fidelidad a un territorio, a un país, es tan voluble como interesada. Se deja querer por subvenciones, incentivos pero, sobre todo, por un entorno regional pujante y competitivo.
¿Es ese territorio Galicia? Cuatro décadas de desmantelamiento industrial, sin que el cierre de unas fábricas haya ido acompasado por la apertura de nuevos o diferentes centros de producción, permiten deducir que no.
El peso del sector industrial en Galicia y Europa
La comunidad gallega se está quedando fuera del mapa de nuevas geolocalizaciones industriales, y en el plano de detalle de ese globo terráqueo de la competitividad, a España hay que verla ya con lupa.
Cemex, Vestas, La Naval o Gamesa son la expresión más reciente de un largo proceso de desindustrialización, que deja a su paso una estela de paro y despoblación, porque ningún otro sector es capaz de fijar trabajo en zonas en las que no existe otra alternativa.
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La historia se repite también una y otra vez en las cuatro provincias gallegas, pero en especial en el eje atlántico Vigo-A Coruña, en donde se concentra el 60 % del PIB gallego. La Artística, La Cros, la Fábrica de Tabacos, Arteixo Telecom, Caramelo, T-Solar, Alfageme, Valeo, Draka, Prevent, Treves, Pórtico, Donuts, Elnosa... son parte reciente de esa historia de fracasos de modelo productivo y de dramas humanos.
La mayoría de estos cierres se produjeron durante la crisis que lo enmascaró todo: desde deslocalizaciones a quiebras por mala gestión. Ahora (supuesto momento de recuperación), llega el golpe de Alcoa, con 700 amenazas de despidos (entre A Coruña y Avilés) y el final de la central de Meirama (afecta a 70 empleos).
Sus causas son diferentes, como ha ocurrido con las anteriores extinciones, pero el problema de fondo es el mismo: un territorio y unas políticas que ya no seducen.
¿Por qué Galicia ha dejado de ser una región atractiva para la producción industrial?
Factores de competitividad
Fernando González Laxe, expresidente de la Xunta y catedrático de Economía Aplicada, hace un diagnóstico basado en los factores que influyen en la «relocalización» industrial basado en cuatro criterios de competitividad. «En primer lugar, influyen las regiones en donde existe población joven, que da potencial de mano de obra pero también de consumo. ¿A dónde va el automóvil? A Brasil, Turquía, México. Y derivado de esto se producen grandes inversiones globales. Por ejemplo, todos los países vinculados a las rutas marítimas van a crecer», explica Laxe, que apunta en tercer lugar al factor productivo: «El coste del suelo, el coste de la energía, la presión fiscal y la simplificación administrativa influyen de manera importante en la localización de las empresas», afirma el expresidente, y añade un cuarto elemento de competitividad vinculado a la automatización y la digitalización.
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«Galicia se está adaptando a esta situación con dificultades porque hay cosas que no se han hecho bien. La política industrial ha de ser una política de Estado. Nos falta insistencia en mantener una línea recta. Si el comportamiento de las políticas es errático, también las empresas se comportarán de forma errática», afirma González Laxe.
El catedrático reivindica lo que él denomina la «marca país» para poner en valor sectores en los que Galicia puede ser más potente. «Podemos cerrar el ciclo productivo de la madera, certificándola y legislando para que un porcentaje de las nuevas construcciones se hagan en madera. Podemos vincular el sector de la alimentación con la biotecnología, y crear un potente sector de alimentos biosaludables. Tenemos capital para hacer industria innovadora y competitiva», concluye.
Pero los anuncios y amenazas de nuevos cierres están ahí y preocupan. Su huella aún no está en unas estadísticas que ya dan señales de alerta (el índice de producción industrial arrancó el año con una nueva caída del 1,7 %, tras cerrar diciembre en negativo).
La profesora María José Piñeira Mantiñán, del departamento de Geografía de la Universidade de Santiago de Compostela, se ha atrevido a sacar a la luz los riesgos en un artículo publicado en Urban Science, en el que alerta de la «debilidad» del tejido productivo de A Coruña, con Inditex y la refinería de petróleo a la cabeza. «Su economía está constituida por pequeñas empresas y un sector servicios basado en el comercio y el turismo, ramas de actividad con contratos más inestables, y peores condiciones de trabajo y salarios», dice.
El estudio considera más «consolidada» el área de Vigo, «con PSA a la cabeza de la automoción, la conserva, la industria pesquera o la industria de congelados, a lo que se une la proximidad del potente polo industrial y empresarial de O Porriño». Pero el 95 % de la industria del automóvil está en manos de multinacionales que, como en el caso de Alcoa, tienen sus centros de decisión fuera de Galicia.
Por falta de teoría no será. Hace ahora un año, el Consello Económico e Social (CES) puso sobre la mesa otro sesudo informe sobre la situación del sector industrial de Galicia y las recetas para que su peso, de acuerdo con el objetivo de los países comunitarios, alcance el 20 % del PIB en el 2020 -ahora es el 16,8 %-. Son más de 500 páginas que trazan una radiografía completa de la industria y en las que, tras un largo proceso de elaboración con el consenso entre empresarios, sindicatos, universidades y expertos, se plasman 50 propuestas para impulsar el desarrollo de esta rama de la economía.
Entre otras cosas, el catedrático de la Universidade de Vigo Xosé Henrique Vázquez se propone actuar en la creación de una «cantera» de científicos y tecnólogos con planes de estimulación desde la ESO, impulsar doctoramientos industriales e intensificar la financiación de la FP. También insta a mejorar la protección social y buscar un acuerdo marco sobre negociación colectiva y otras fórmulas innovadoras de relación entre empresa y trabajador.
«Se plantea un programa para la reimplantación de empresas deslocalizadas, potenciar la cooperación con regiones limítrofes o desarrollar un programa de interlocución única para las nuevas inversiones foráneas», dice el CES. El informe, a disposición de todos los actores económicos y políticos desde hace un año, es uno de tantos PDFs cargado de intenciones que envejece en la memoria del ordenador.
Cronología de la desindustrialización
Grupo Álvarez. 2001
En marzo del 2002 se apagaron los hornos de la última planta de un grupo, fundado en 1952 en Vigo, que llegó a aglutinar nueve fábricas de porcelanas y un cuadro de personal de 4.200 trabajadores.
Fábrica de Tabacos. 2002
Comenzó en 1804 y en un año se convirtió en el motor económico de la ciudad. Llegó a tener en nómina 1.400 mujeres y una producción de 900.000 libras de tabaco. En el año 2002 su ciclo se agotó.
Prevent. 2008
En diciembre del 2008, el cierre de la multinacional de componentes textiles de automoción, con sede en Mos, dejó a sus 150 trabajadores, la mayoría mujeres, en la calle.
Valeo. 2008
La planta de componentes de automoción que la multinacional francesa Valeo conservaba en O Porriño fue la última del grupo que cerró en Galicia para deslocalizarse. Dejó 150 empleos destruidos.
Astra Zéneca. 2009
En noviembre del 2009, la farmacéutica Astra Zéneca puso a la venta las instalaciones de O Porriño, el único centro de producción que conservaba en España, y en el que trabajaban 113 personas. Se fue a Asia.
Alfageme. 2010
Entró en liquidación en el año 2010. Como resultado, 200 trabajadores perdieron su puesto en la conservera más antigua de España. Se dilapidaron 40 millones públicos.
Montoto. 2012
Alrededor de 240 trabajadores fueron víctimas de la crisis cuando el grupo textil Montoto de Lalín puso el cierre a su actividad en el año 2012, tras haber acumulado un pasivo cercano a los 20 millones de euros.
T-Solar. 2013
Se fundó en el 2008, pero duró poco. En el 2013, convertida en la segunda mayor planta de placas solares de España, despedía a 170 trabajadores. Recibió 65 millones en ayudas.
Caramelo. 2016
La textil coruñesa, fundada en 1969, ejecutó varios ERE y finalmente en el 2013 entró en concurso de acreedores. En el 2016, en liquidación. En sus mejores momentos llegó a tener más de 1.000 trabajadores.
Elnosa. 2018
La factoría clorera Elnosa, de la multinacional portuguesa Bondalti, es el cierre industrial más reciente. En noviembre del 2018 puso fin a su polémica trayectoria en Lourizán, donde empezó a producir en 1968.