"Se demoniza a esta especie como reacción a la actitud Carlos Morgade Martínez. // Rafa Vázquezcomplaciente de la Xunta"

Carlos Morgade: "A 50 años el problema del eucalipto no serán los incendios, sino que nos va a desertizar"

"Se demoniza a esta especie como reacción a la actitud Carlos Morgade Martínez. // Rafa Vázquezcomplaciente de la Xunta"

susana regueira pontevedra 16.06.2019 | 03:30

Carlos Morgade Martínez. // Rafa Vázquez

La oleada de incendios de 2006 supuso para los comuneros de Pontevedra "la conciencia total" de que había que seguir transformando la gestión del monte, limitando las especies invasoras y llamando la atención sobre nuevos usos (como el senderismo, la recogida de castañas o de setas) que reclaman que se regulen. "Lo lógico", señala Carlos Morgade, "es establecer claramente cuáles son esas funciones ligadas al monte y ver cómo logramos un retorno económico para los comuneros. Nosotros tampoco tenemos por qué ser, permítame decirlo así, los cuidadores del jardín".

- ¿Qué retos supone para las comunidades de montes de las Rías Baixas el estar tan cerca de las ciudades?

-El primero es que nosotros no podemos dedicarnos a producción de madera, sin más, porque tenemos muchos montes que cuidar. Este fin de semana, cuando se publique esta entrevista, nos vendrán cientos, miles de personas, a pasear, a caminar con su perro, a almorzar, nos vendrán con la bici o a hacer reuniones campestres. Y nosotros no lo podemos obviar eso y, por supuesto, ni podemos ni queremos prohibirles el paso. Los montes que rodean a las ciudades no solo tienen o pueden tener un uso forestal sino que el uso de un monte que rodea a una ciudad es hoy sobre todo social.

- Afirma que la toma de conciencia sobre ese papel social fue el primer paso en la transformación de los montes de Pontevedra

-Claro, porque ese papel social hace unos años no estaba tan claro, no estaba tan definido a nivel tradicional. Cada parroquia cuidaba de aquello que se explotaba del monte para cada familia, etc, de ahí esa tradición de un comunero por cada casa, era el momento en que la mayor parte de la población vivía de lo que cultivaba. En el proceso de transformación de los montes los vecinos toman conciencia de que ese monte no es solo para producir madera. En realidad el monte gallego nunca fue un gran productor de madera, sino de toxo, que interesaba más, tenía más valor que la madera. Nos dimos cuenta de que no solo se trataba de atender las necesidades de nuestra población, de la parroquia, sino que el monte tiene otras muchas funciones. Y no queremos abdicar de ellas, nos parecen importantes para nuestra comarca y para el país.

- ¿Cuándo habla de prestar servicios a ciudades como Pontevedra y Vigo aludió a usos vinculados al ocio, pero los montes también suministran oxígeno y agua?

-Claro, hay distintas funciones en los montes: las productivas (aquellas que dan algo tangible, un beneficio para los comuneros, como una cantera por la que pagan o la madera) pero después hay otras cosas que no cobramos, por decirlo así. La tercera parte de los espacios verdes que rodean a Pontevedra son montes comunales, grandes productores de oxígeno, fundamentales para descontaminarla. En nuestra comunidad, que es pequeñita, tenemos 4 traídas de aguas que abastecen de agua del monte a más de 200 familias. Y este fin de semana lo que le decía, paseantes y ciclistas, y cuando llegue la temporada de castañas muchos saldrán a recogerlas y en la de setas igual. Y de esos beneficios sociales y ambientales que se obtienen del monte no tenemos retorno.

- Otro punto de inflexión en esta evolución fue 2006 ¿qué supuso la oleada de incendios?

-La conciencia total, la confirmación de todo. Tuvo que ser un francés el que viniese a demostrar científicamente lo que sabía el labrador más analfabeto y que no sabían los ingenieros de montes de la época: que los montes gallegos no estaban abandonados sin árboles, si estaban sin ellos era porque era más importante el toxo, que era el que (no lo olvidemos) en una comunidad labriega mantenía una de las densidades de población más altas de España. Ello a pesar de ser una zona llena de rocas donde las tierras de cultivo son mínimas, mínimas. Pero la gran cantidad de abono que se metía a esas tierras hacía que se cosechasen varios cultivos al año. Y en la base de eso está la gran cantidad de toxo que se extraía.

- Y los ingenieros vieron los montes pelados y no pensaron más

-Ni un poco más, vieron los montes así y dijeron que estaban abandonados, que "apenas los labradores recogen unos miserables rastrojos" y, claro, había que forestarlos. Es la escuela alemana del XIX que se impone en España en el siglo XX: es una autarquía que necesita madera y ése es el modelo. Incluso entre los labradores fue calando, ya que cada vez necesitan menos toxo, la idea de que, bueno, pues que crezcan árboles. Primero los pinos y después eucaliptos cuando la maquinaria de Celulosas acepta la fibra larga de eucalipto. Y el estado es el promotor de ese modelo, que aún hoy subsiste. El problema del eucalipto es que después de la corta se sigue extendiendo, y después del incendio también. Y es esa dinámica de dejar crecer en el monte es la que nos llevó hasta aquí.

- ¿Se está demonizando al eucalipto?

-Creo que si, que se demoniza como reacción a la actitud complaciente de la administración, de la Xunta, con el eucalipto. Lleva años diciendo que, dado que ya estamos en más del doble de superficie de lo que se preveía en el plan de los 90, no se subvencionaban las plantaciones. Pues ahora ha cambiado de orientación, son intereses empresariales y económicos los que priman sobre un modelo forestal de país.

- ¿Estamos dejando pasar un momento clave al no plantear ese modelo?

-Lo estamos, estamos perdiendo una oportunidad histórica, sobre todo cuando estamos en procesos de declive demográfico en el rural y la Xunta debería de tener un modelo de ordenación del territorio.

- ¿Espera de la Xunta esa nueva ordenación?

-Creo que están dando palos de ciego. A 50 años el problema del eucalipto no será, que también, el gran poder de propagación de los incendios (que también lo tienen los pinos, ojo), pues a 50 años el problema ya no serán incendios sino que nos va a desertizar. El problema es la gran cantidad de agua que consumen, son los auténticos depredadores del agua. Cualquiera que tenga una finca de cultivo con eucaliptos cerca le dirá que le chupan el agua, que extienden raíces por todos lados. Un ritmo de crecimiento como el del eucalipto no se explica sin un altísimo consumo de agua.

Couso Galán
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