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Más patentes que nunca en Vigo.
De pasos de cebra inteligentes a sudaderas multifunción: así son los inventos olívicos. Elena Villanueva 16/11/2019
El Juzgado de lo Mercantil 3 de Pontevedra, con sede en Vigo, acumula más de una decena de demandas por competencia desleal o robos de patentes y marcas. Para evitar estas situaciones, cualquier persona puede registrar su invención y si cumplen con los requisitos establecidos convertirse en patente. Esta consideración otorga al titular el derecho exclusivo de impedir que otros fabricantes la utilicen sin la autorización previa de su dueño. Este ingenio para determinar las necesidades o carencias en la sociedad –que es lo que procuran estas patentes– llevó a medio centenar de particulares, empresas o investigadores locales a registrar sus invenciones. Concretamente, a lo largo de este 2019, los vigueses han registrado una media de cinco invenciones al mes, sumando un total de 55. La cifra pone sobre la mesa la agudeza e imaginación de los olívicos, al incrementar el número de solicitudes en un 30% en la última década: 44 en 2011, 40 en 2010 y 35 en 2008, según el Ministerio del Interior, organismo de quien depende la Oficina Española de Patentes y Marcas (OEPM).
La temática de dichos inventos oscila desde objetos para el día a día a tratamientos farmacológicos o materiales de construcción, entre una gran miscelánea de posibilidades. Las ideas patentadas por particulares suelen ser más prácticas pero difíciles de comercializar por la falta de inversión, pero las que surgen directamente del tejido empresarial obedecen a una necesidad y acaban normalmente en la cadena de producción. En este caso, es posible encontrar en la página de la OEPM desde un líquido para la conservación de cadáveres durante un tiempo máximo de 96 horas desde la defunción creado y registrado por una empresa de servicios mortuorios de Vigo o una composición farmacológica para tratar la enfermedad de Fabry a cargo de Fundación Biomédica Galicia Sur.
Las ideas viguesas van enfocadas al mundo del mar y la construcción
Analizar los proyectos protegidos o en vías de protección ayuda a definir el perfil económico de un territorio. Así la capacidad de invención de los vigueses está enfocada al mundo del mar, la construcción y nuevas tecnologías: desde un parachoques para barcos hasta un tanque para el desalado del bacalao o un método para la estimación del crecimiento microalgal de un cultivo de una manera precisa, rápida y poca costosa, “evitando problemas derivados de sistemas de conteo convencionales (tiempo consumido, necesidad de una misma persona para los conteos visuales o equipo costoso)”, invención que parte de profesionales e investigadores de la Universidad de Vigo.
Límite a la protección
El esfuerzo tiene aún más mérito si cabe en el caso de particulares que de forma independiente deciden proteger una idea para intentar rentabilizarla, pues el proceso para su obtención o reconocimiento exigen un desembolso inicial de casi 600 euros que, si se mantienen durante los 20 años de máximo que una persona puede ser titular de una patente –pasado este tiempo pasa a ser de dominio público y cualquier persona puede utilizarla libremente– puede incrementarse hasta los 20.000 euros. “En muchos casos, los particulares que ven que una patente no está explotada, la dejan, porque cada año la anualidad de pago por la patente va en aumento”, comenta Ángeles López, directora de Oficina de I+D+i y Transferencia de Resultados de Investigación (OTRI) de la UVigo.
Una patente debe ser fruto de la investigación, proceder de una actividad inventiva, ser novedoso a nivel mundial y tener una aplicación para la sociedad
Ángeles López, directora de la OTRI de la UVigo
La experta destaca que no cualquier invención o idea puede convertirse en una patente, ya que estas deben cumplir con unos requisitos. “Una patente debe ser fruto de la investigación. Debe proceder de una actividad inventiva, debe ser novedoso a nivel mundial, y tiene que tener una aplicación para la sociedad”, explica la directora técnica de la OTRI.